domingo, 22 de febrero de 2009

La cerca

Había una vez una cerca
de fuertes tablones blancos
que bordeaban los dos flancos
de una solitaria alberca.
Una mulita muy terca
se apostaba en las mañanas
a saborear las manzanas
que caían de su lado
mientras del otro, amarrado,
un chivito daba coces
y a veces causaba roces
con un caballo barbado.

Un día vió el calendario
el amo de aquella tierra
y se fue junto a su perra
a hablar con el prestatario.
El peón, cuyo salario
estaba comprometido
porque el jefe del partido
le pedía aportaciones,
no le pudo dar razones
y fue al punto despedido.

Así, sin voz ni opiniones
se apoltronó en su hamaquita
viendo crecer la yerbita
y aprendiéndose canciones.
A veces, sus emociones
lo apretaban como tuerca
y se iba hasta la alberca
para observar los manzanos
a ver si un día sus manos
podían abrir la cerca.

Mientras, de uno y otro lado
de la cerca de tablones
se estudian las condiciones
para abrir nuevo mercado.
El prestatario, ignorado
e ignorante de si mismo,
repite su catecismo
de consignas esteparias
y más cercas solitarias
van rodeando su mutismo.

Así transcurrie la historia
de un oscuro prestatario
que entregó su escapulario
p'a que de otro fuera gloria.
Perdió deseo y memoria
porque no quiso luchar
prefiriendo vegetar
antes de hacer ejercicio
y se enfila al precipicio
calladito, sin chistar.



Escrito hace varios años, todavía tiene vigencia.

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