domingo, 8 de agosto de 2010

Amanecer











Mirando siempre al frente, hacia adelante
mantengo la cabeza bien erguida
y alejo de mi mente la partida
que un día trajo angustia galopante.

Avisto allá a lo lejos meteoritos
que enfilan sus destellos a los mares
abriéndose en espasmos singulares
cual vientre convulsivo en viejos ritos.

Se va mi noche calma, sin premura
en pos de nuevas luces matutinas
y flores de azafrán sueltan su aroma

sacándome del sueño, sin hartura
abierto el corazón y las retinas
heridas por un sol que al tiempo doma.